Los astrónomos creen que puede ser un objeto artificial que ha esperado un reencuentro con nuestro planeta durante más de medio
siglo. Un cuerpo celeste que se está acercando a la Tierra y que ha sido identificado de forma preliminar como un asteroide del grupo Apolo podría ser en realidad un objeto
artificial. La trayectoria que sigue hace inevitable que sea capturado temporalmente por la gravedad de nuestro planeta este octubre, según calcularon los astrónomos,
cuyos estudios recoge el sitio web ScienceAlert.
El objeto que puede convertirse durante varios meses en una 'miniluna' ha sido designado como 2020 SO y tiene un diámetro medio de entre 6
y 14 metros. Los telescopios no han sido capaces hasta el momento de establecer qué forma tiene, pero Paul Chodas, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, supone que se trata de
la etapa de aceleración de un cohete Atlas LV-3C Centaur D que despegó en septiembre de 1966 para llevar a la Luna la sonda Surveyor 2. En la época previa a la puesta en marcha de la
tecnología de cohetes reutilizables, las primeras y segundas etapas de cohetes portadores caían hacia la Tierra y quedaban destruidas en la atmósfera después de cumplir su misión (o de fracasar
en ella). Sin embargo, ese no fue el caso de aquel lanzamiento, cuyo intento de alunizaje terminó en fracaso, algo que hace pensar a los científicos que partes del cohete se convirtieron
en basura espacial.
Una razón para la conjetura de Chodas es que las características del cuerpo apenas visible no concuerdan con las de un satélite
natural, ya que su velocidad es muy baja y su órbita muy excéntrica. Conforme a los cálculos realizados, el próximo encuentro (o reencuentro) con la Tierra desviará aún más la forma de esta
órbita. Se espera que el 1 de diciembre el objeto pase a una distancia de 50.000 kilómetros de la Tierra, para después alejarse y volver a aproximarse a comienzos de febrero del 2021. En ningún
momento las distancias previsibles serán suficientes para entrar en la atmósfera, aseguran los astrónomos, algo que descarta la posibilidad de una colisión con nuestro planeta. Los
científicos tienen programado practicar una espectroscopía al supuesto asteroide cuando se acerque para observar de qué materiales está hecho y, si efectivamente es una etapa de cohete,
para determinar hasta qué grado se ha deteriorado su superficie tras haber sido bombardeada constantemente por el polvo y por pequeños meteoritos durante sus 54 años de viaje
descontrolado.